La Editorial El Antillano tiene sus raíces en El Barrio una de las comunidades puertorriqueñas en la Ciudad de Nueva York (East Harlem) en los primeros años de la década que comenzó en 1970.
En varias cuadras en la Avenida Madison, a la altura de las calles 110 y 111, se agruparon los centros de operaciones del Real Great Society, el Urban Design Studio, el Young Lords Oranization y el Taller Boricua. Estas organizaciones coincidían en identificar la discriminación racial y cultural y la pobreza que producía la marginación, como las fuentes principales de los desajustes sociales que atacaban las comunidades puertorriqueñas en la región.
Era una época tal vez difícil de entender por los más jóvenes. No existían ni los medios sociales ni el internet ni los celulares. Toda interacción política o cultural ocurría en las calles. Las demostraciones callejeras servían el doble propósito de manifestar fuerza en las calles en contra del discrimen y en favor del control comunal del ambiente físico de la comunidad y de los servicios de salud y educación, principalmente.
Se ocupó el Hospital Lincoln y se le impusieron a la administración unas reglas institucionales conducentes al respeto por igual, no discriminatorio, de todos los pacientes, y el ejercicio de prácticas médicas eficaces, profesionales y equitativas.
Se adoptó la ley de reforma educativa, que prescribía la elección de una Junta Comunal en cada distrito escolar con autoridad sobre el manejo de los servicios escolares.
El Estado intentó manipular las elecciones y conseguir que se formaran Juntas dóciles y carentes de conocimiento sobre asuntos escolares y docentes.
Los jerarcas del NYC Department of Education se sorprendieron al ver que la Junta del Distrito 4, que incluía a la comunidad de El Barrio, se vió rodeada por una coalición de activistas, organizaciones como las que se mencionaron, que lograron el apoyo de instituciones progresistas que les aportaron credibilidad y conocimientos profesionales en el campo de la educación. Bank Street College of Education, una institución de mucho prestigio en la práctica profesional de la educación, y el Centro de Estudios Puertorriqueños del Graduate Center de City University of New York, les brindaron al movimiento por el control comunal de la educación un apoyo crítico en lo que las propias organizaciones activistas desarrollaban su propia experiencia y conocimiento.
En ese fermento profesional y comunal fue que se fundó el colectivo de Talleres Loíza para desarrollar materiales y talleres para las escuelas de El Barrio, programas para la educación bilingüe y para el desarrollo del orgullo histórico y cultural en los estudiantes puertorriqueños y sus familias. Los programas de música, fundados por Sammy Tanco, impulsaron las destrezas de narración de las experiencias comunales a través de la bomba y la plena, mientras que los programas de arte perseguían el mismo fin con la creación de libros de cuento, entre otros materiales, que se repartían gratuitamente en las escuelas de El Barrio.
Sobre las experiencias acumuladas en ese esfuerzo colectivo fue que se fundó, años más tarde, la Editorial El Antillano.